domingo, 5 de enero de 2014

La locura de Gathaspa

     La búsqueda de las verdades personales y de las respuestas a preguntas que los años no contestan, y que a veces dura toda una vida, deja siempre un gran margen a la locura. Porque, tras buscar y buscar, quizás sean esas respuestas las que nos deben encontrar a nosotros. Y es que el hombre necesita de réplica porque obedece a la necesidad misma de ser, necesitamos saber para qué vivimos, necesitamos conocer nuestra verdad, las pequeñas y las importantes, nuestro fin último que le dé sentido a todo lo que pensamos y hacemos. Por eso nos ponemos en camino, para buscar, para buscarnos.

     El rey Gathaspa únicamente vio la estrella porque se puso en camino, porque lleno de esperanza, cuando el mundo dormía, él y sus compañeros magos se lanzaron a la loca misión de buscar su Respuesta. No estaba dispuesto de ninguna de las maneras que su vida concluyera sin que algo sucediera. Y tampoco lo estaban Melichior y Bithisarea, por eso unieron cada locura individual y la convirtieron en locura compartida, porque entendían que no se podía creer solo. Tres locuras diferentes, tres hombres que abandonaron sus comodidades y empezaron a caminar antes de que nadie se diese cuenta, tres sabios astrólogos que entendieron que la estrella que les guiaría hasta su Mesías no brillaba en el cielo, sino en cada uno de sus corazones. 

Nacimiento de Sergio J. Izquierdo Gutiérrez
Foto: Asociación Belenista de Rota Camino de Belén
     Y cuando el rey árabe entró en Belén y sintió en su interior el frío y la oscuridad de aquel sitio, también percibió una gran pesadumbre porque no podía ser posible que lo que llevaba esperando toda su vida pudiera suceder en ese lugar. 

    Y cuando vio al Niño, tan hombre, tan Dios, todo empezó a aclararse. Allí encontró, donde nadie hubiese buscado nunca. Y apreció que se había equivocado desde el instante mismo que imaginó un Dios cubierto por su propia gloria. Entonces se sintió niño verdadero y se arrodilló.

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